martes, 27 de febrero de 2007

Las flores, cuando me muera

Qué tontería.
Qué inutilidad.
Tantos años y aún no rosas, no espinas, no flores. De nadie más que él, que me amó menos pero me dio más.
Y los otros sin aguardar turno. Y nadie, nadie... Ruiseñores esperando en las lomas, nombres apuntados en el calendario, sabor a tabaco en una boca parecida a la suya (de lejos, tan de lejos!).
Empieza a ser el momento de dejar de esperar nada de nadie. Y si esta noche me muero pensaré sólo en mí y en lo hermosa que estaré pálida y fría y sola.

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