martes, 24 de febrero de 2009

La única suerte

Ojalá algún día leas esto.
Ese día en el que me encuentres por casualidad, tanto sin saber de mí que hasta se te olvidó la preocupación, y veas quién amó a quién.
Ya es tarde, no te apures cuando marques un año. He parado el reloj, dejé de enloquecer.
La otra es otra que sigue soñando contigo porque la crisis te ha afectado como a los ricos que especularon. Con cebolla no alimento a mi niño, gracias a Dios no estoy contigo y mis canciones sólo hablan del hielo en el valle, la nieve, el viento que se pasea por el pelo que quizá aún te quede. A mí no me queda mucho. Pero aún así no te necesito. Ni te quiero ni te odio. Un vulgar desprecio por no haberte conocido antes, por dejarme caer al precipicio de la decepción más grande del mundo. Lo sabes, estoy muerta y no vienes a verme... Y nada pasa. Tienes la única suerte de que los fantasmas no existan. La única suerte.