martes, 30 de enero de 2007

Anormal.

Lo normal es no saber dónde te metes. Es normal no saber si estás vivo o eres un número de las carreteras. Leer las esquelas de los periódicos sabiendo que no pondré flores en tu lápida. Es normal seguir con el despertador a las 7 y tú con tu turno, ajeno a mi tiempo. Normal el silencio del teléfono a cualquier hora, porque a cualquier hora perseguía tu voz a la mía. Era normal que siempre marcaras tú, no sé si es normal que recuerde con una claridad terrible tu número... ¿Qué haces con el mío? ¿Cómo lo explicas si lo guardas? ¿Cómo llamarme si lo has hecho perder? No, no, volvamos a la normalidad. Lo normal es que nunca me vuelvas a llamar. Y que no lo espere.

Y no lo espero. Sólo me gustaría verte la patita enharinada bajo una puerta un día de estos, antes de que simplemente, con toda la normalidad del mundo, me felicites por mi cumpleaños...

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