sábado, 18 de noviembre de 2006

Río Guadiana


Parece mentira que naciera oliendo a salitre. Los ríos que me bordean huelen sólo a agua, a veces a agua sucia. Tu agua no sé muy bien a qué huele al paso de tu casa. En sueños hay cosas que no percibo...
Y teniendo el mismo horóscopo, tú eres Guadiana y yo Mediterrània. Por eso tú desapareces pero yo soy eterna como los siglos que no nos verán ni como Romeo y Julieta, ni como los amantes de Teruel... No, no nos verán.
Una inicial para una persona. Y no eras tú.
Para qué perdones y disculpas. Si estoy acostubrada a chocar contra tu puerta, a un adiós que suena a golpe seco. La única razón quizá sea que la enfermedad nos vuelve vulnerables y por algún mecanismo aún en estudio, nos ponemos en el lugar de los demás, en el lugar que nunca nos pusimos.
Sí, estás enfermo. También yo lo estuve. Y aflora el rencor que te dije. Silencio. Nada de "no importa" ni de "ponte bueno". Importó e importa, importará siempre. Ponte bueno, lo deseo con el corazón, pero mi boca hace lo mismo que la tuya cuando entré en el quirófano, cuando salí de él vomitando sangre y cuando regresé a nuestros lugares comunes y tú... Tú no estabas... Para variar...
Porque, como dices, eres río que aparece y desaparece, y no acudes precisamente en los momentos que más se te necesita. Y yo me cansé (hoy me he cansado, mañana será otro día) de ser tu solícita enfermera, confesora, amiga y amante.

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