martes, 18 de agosto de 2009

Los otros




Ayer nos vimos casualmente, al menos por mi parte. Te imagino acechándome tras el ficus y planeando el saludo y la despedida. Con tus prisas, más de lo de siempre. Lamentándote, también más de lo de siempre. Quizá tengas razón: no me hubieras hecho feliz. Pero yo quería probarlo. El caso es que me dijiste que hoy nos veríamos. Soy tan pava que te creí. Lo que más odio es esperarte y ya me ves practicándolo de nuevo. Otro plantón.


Cuando he vuelto me he dedicado a buscar aquella disculpa de aquella vez que me dejaste como a un perro en la cuneta de la existencia... No quedan restos... Y no recuerdo si fue mi furia la que la hizo desaparecer, porque sólo recuerdo la furia como un charco de barro sin matices reflejados.

Eso fue lo que me hizo temblar. El inicio de un camino arrollada por la verdad. Me lamieron las heridas. ¿Dónde estoy ahora? ¿Por qué los otros siguen aquí y tú no? Todavía te quiero, ¿y tú?
¿Dónde estás ahora? ¿Donde estoy yo?

2 comentarios:

Ana_Málaga dijo...

Me resulta sorprendente que nadie haya comentado esta entrada. Pasaba por aquí y he de decírtelo (ahora mismo, sólo he leído este, prosigo luego con los demás)
Me ha gustado mucho, muy real, muy cercano. ¿Dónde estás? y sobre todo ¿Dónde estoy?
Un saludo desde el sur.

La otra dijo...

Gracias, Ana. Ni yo misma me dirijo la palabra. Sigo abandonada a la suerte que me ha tocado y hay que estar callada. Te visitaré.